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BEATA ALEJANDRINA MARÍA DA COSTA (1904-1955)
Alma
víctima de la Eucaristía y de la consagración al Corazón
Inmaculado de María
Promesa hecha
por Jesús
el 25 de febrero de 1949
“Hija mía, haz que yo sea amado, consolado y
reparado en mi Eucaristía. Haz saber en mi nombre que cuantos hagan bien
la comunión con sincera humildad, fervor
y amor, durante los seis primeros jueves de mes consecutivos y pasen una
hora de Adoración ante
mi sagrario en íntima unión conmigo, les prometo el Cielo.
Di que
honren, por medio de la Eucaristía, mis santas llagas, honrando primero la de
mi sagrada espalda, tan poco recordada.
Quien al recuerdo de mis llagas una la de los
dolores de mi Madre bendita y por ellos nos pida gracias espirituales o
corporales, tiene mi promesa que serán concedidas, a menos que no sean daño
para sus almas. En el momento de la muerte traeré conmigo a mi Santísima Madre
para defenderlos”.
Resumen de las condiciones
a) comunión con sincera humildad, fervor y amor al menos seis primeros jueves
de mes seguidos
b) una hora de adoración al Santísimo Sacramento
c) honrando la llaga de la espalda y las demás (por ejemplo, las de los clavos
y la lanza)
Beata Alexandrina Maria da Costa
Nace en el año 1904 en Balasar (diócesis de Braga), pequeño centro rural, en
Portugal, y muere en el mismo lugar en 1955, cuando tenía 51 años de edad.
También
ella tiene en su vida puntos de semejanza con Teresa Neumann, Marthe Robin y el
Padre Pío. No tenía los estigmas visibles pero durante 30 años permanece
inmovilizada en el lecho. A menudo revivía la Pasión del Señor, en forma tan
patética que impresionaba grandemente a quienes asistían. Diariamente tenía
diálogos con Jesús y con la Virgen. Como Marthe, como el P. Pío, era asaltada y
golpeada por Satanás y los espíritus del mal.
Alexandrina, hija de madre soltera, crece en medio de grandes dificultades
económicas y también psicológicas por su falta de padre y lo que el medio
condicionaba en ella por su circunstancia. Sin embargo, su carácter era abierto,
vivaz, optimista. De su madre recibió educación religiosa seria y profunda. Fue
a la escuela sólo durante un año y medio. A los ocho años empezó a trabajar bajo
patrón. A los 12 fue víctima de una muy grave enfermedad y corrió el riesgo de
morir. A los 14 era una señorita y de su persona, fina y delicada, emanaba gran
fascinación. En una ocasión unos individuos trataron, tres en total, tomaron por
asalto la casa de Alexandrina, cuando ella, su hermana y una amiga estaban
empeñadas en la costura, con la intención de violarlas. Alexandrina, para salvar
su pureza, no hesitó en lanzarse por la ventana y como consecuencia de la caída
se hirió en la columna vertebral con gravísimas consecuencias. Fue atendida
médicamente durante siete años pero inútilmente y terminó por quedar postrada,
paralizada en el lecho.
Al comienzo hizo de todo por sanar. Le rogaba a Dios le diera la gracia de la
salud, pero cuando se dio cuenta que aquella era su misión, es decir el
sufrimiento, aceptó de corazón el calvario y lo vivió hasta su muerte con una
sonrisa en los labios.
El 25 de abril 2004 fue proclamada Beata por el Papa Juan Pablo II.
En palabras del Postulador de la causa de beatificación, el P. Pasquale
Liberatore sdb, “Alexandrina es una crucificada. Desde los 21 años y durante 30,
queda postrada en el lecho hasta su muerte. Desde octubre del 38 hasta marzo del
42, es decir por tres años y medio, vive, hasta visiblemente, la Pasión de
Cristo, que duraba cada semana del jueves al viernes. Entraba en éxtasis y
revivía varias fases de la Pasión, así como la relatan los Evangelios. Sus
padecimientos llegaban al culmen entre las 12 y las 3 de la tarde del viernes. A
los testimonios se han sumado films y fotos. Sin saber cómo (ya que estaba
paralítica desde 1925), al mediodía Alexandrina descendía de la cama. Cuando
revivía la Pasión se movía como si la parálisis no existía. Repetía la agonía de
Jesús en el Getsemaní, que era larga y penosa y emitía quejidos profundos y
sollozos. Luego seguían, como si fuese un film, todos los otros episodios de la
Pasión: la captura por los soldados, el proceso ante Pilato, la flagelación, la
coronación de espinas, el camino al Calvario, la crucifixión. Alexandrina
trasuntaba un enorme sufrimiento, estaba pálida, sudaba, sus cabellos se le
empastaban. Después se notaban heridas en todo su cuerpo. En esos momentos
estaba totalmente insensible a agentes exteriores de dolor. Caía camino al
Calvario y quedaba como aplastada en tierra. Una vez un médico intentó
levantarla y no pudo ni con la ayuda de otros dos colegas. No llegaron a alzarla
ni siquiera un milímetro. Terminado el éxtasis quedaba ligera. En aquel tiempo
pesaba sólo 34 kilos. Luego de marzo del 42, después de sufrir la Pasión vino el
ayuno total. Durante los últimos 13 años y 7 meses de su vida no comió ni bebió
nada. Su único alimento era la Eucaristía que el párroco le traía todas las
mañanas. Jesús le había dicho: “No te alimentarás más en la tierra. Tu alimento
es mi carne. Tu sangre mi sangre. Grande es el milagro de tu vida”.
Ningún médico creía que pudiese acontecer algo así y querían demostrar que todo
era un fraude. Llegaron a convencer a Alexandrina a someterse a un control
científico, en ambiente hospitalario. La única condición que puso Alexandrina
fue la de recibir todas las mañanas la Santa Comunión. En junio del 43 se
hicieron las experiencias en un hospital cercano a Oporto. El especialista, Dr.
Henrique Gomes de Araújo, que guiaba la verificación era profesor miembro de la
Real Academia de Medicina de Madrid y miembro de la Sociedad Portuguesa de
Química. Quedó aislada durante 40 días y bajo estricta vigilancia. Pese a que
eran médicos agnósticos debieron concluir que se encontraban ante un hecho
absolutamente inexplicable.
A los sufrimientos del ayuno y de la Pasión se agregaban las vejaciones
diabólicas y las incomprensiones de los hombres, incluso (y esto era lo peor) de
Iglesia. El Demonio la tentaba contra la fe, la asaltaba arrojándola del lecho e
hiriéndola.
La misión de Alexandrina era la de sacudir al mundo acerca de los efectos del
pecado, invitando a la conversión, ofreciendo testimonio de vivísima
participación a la Pasión de Cristo y por tanto a la redención del hombre.
La beata quería cerrar el infierno. Sobre su tumba hizo poner este epitafio:
“Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo pueden ser útiles para salvaros,
acercaos, pasad por encima, pisotead hasta que desaparezcan. Pero, no pequéis
más, no ofendáis más a nuestro Jesús! Pecadores, querría deciros tantas cosas!
Para escribirlas todas no bastaría todo este gran cementerio. Convertíos. No
ofendáis a Jesús! No queráis perderlo para toda la eternidad! Él es tan bueno.
Basta con el pecado. Amad a Jesús. Amadlo!”
Su misión fue expiatoria y de intercesión.
Pedidos y promesas del Señor hechos a la Beata Alexandrina Maria da Costa,
mensajera de la Eucaristía
Promesa hecha el 25 de febrero de 1949
“Hija mía, haz que yo sea amado, consolado y reparado en mi Eucaristía. Haz
saber en mi nombre que cuantos hagan bien la comunión con sincera humildad,
fervor y amor, durante los seis primeros jueves de mes consecutivos y pasen una
hora de Adoración ante mi sagrario en íntima unión conmigo, les prometo el
Cielo.
Di que honren, por medio de la Eucaristía, mis santas llagas, honrando primero
la de mi sagrada espalda, tan poco recordada.
Quien al recuerdo de mis llagas una la de los dolores de mi Madre bendita y por
ellos nos pida gracias espirituales o corporales, tiene mi promesa que serán
concedidas, a menos que no sean daño para sus almas. En el momento de la muerte
traeré conmigo a mi Santísima Madre para defenderlos”.
“Habla de la Eucaristía, que es prueba de amor infinito, que es el alimento de
las almas.
Di a las almas que me aman, que vivan unidas a mí durante el trabajo, en sus
casas, sea de día que de noche, se arrodillen a menudo en espíritu y con la
cabeza inclinada digan:
‘Jesús, te adoro en cada lugar donde moras sacramentado, te hago compañía por
aquellos que te desprecian, te amo por aquellos que no te aman, te doy alivio
por aquellos que te ofenden. Jesús, ¡ven a mi corazón!”
“Estos momentos serán para mí de gran alegría y consuelo. ¡Qué crímenes se
cometen contra de mí en la Eucaristía!
“Que la devoción a los sagrarios sea bien predicada y propagada, porque por días
y días las almas no me visitan, no me aman, no reparan,…No creen que yo vivo
allí. Quiero que en las almas se encienda la devoción hacia estas prisiones de
Amor…Son muchos los que, aún entrando en las iglesias, ni siquiera me saludan y
no se detienen un momento a adorarme.”
“Lejos del Cielo, lejos de Jesús son todos los que están lejos del sagrario… ¡Oh,
si el sagrario fuese bien comprendido! El sagrario es la vida, es el amor, es la
alegría, es la paz. El sagrario es el lugar de dolor, de ofensas, de
sufrimiento. El sagrario es despreciado; Jesús del sagrario no es comprendido”
“Yo querría muchos guardias fieles, postrados ante los sagrarios, para no dejar
que ocurran tantos y tantos crímenes!”
“Que me pidan todo cuanto quieran estando ante mi presencia, delante del
sagrario. Es de allí que viene el remedio para todos los males.”
El Señor le explicó el motivo por el cual Alexandrina, viviendo los últimos 13
años de vida de la sola Eucaristía, sin alimentarse con nada más. Le dijo:
“Hago que tú vivas sólo de mí, para mostrar al mundo el valor de la Eucaristía,
y que es mi vida para las almas… Háblales a las almas, hija mía, háblales del
Rosario y de la Eucaristía! El Rosario! El Rosario! El Rosario! La Eucaristía,
mi Cuerpo, mi Sangre!”
Según cuenta Alexandrina en su “Autobiografía”, fue en Póvoa de Varzim que hizo
su primera comunión..”Yo tenía entonces 7 años…Tomé la comunión de rodillas y a
pesar de que era pequeña de talla pude fijarme en la Sagrada Hostia de tal
manera que se quedó impresa en mi alma. Creí entonces unirme a Jesús para no
separarme nunca más de Él. Él tomó posesión de mi corazón, así me parece. La
alegría que sentía no se puede expresar. A todos les anunciaba la buena nueva...
»
“Tú eres el sagrario que Yo he elegí, para que Yo more en él y en él repose.
Quiero saciar tu sed por mi Sacramento de amor.
Tú eres como el canal por donde pasarán las gracias que quiero distribuir a las
almas y a través del cual las almas vendrán a mí. Me sirvo de ti para que muchas
almas vengan a mí. Por tu intermedio muchas almas serán estimuladas a amarme en
la Santísima Eucaristía.”
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