Comunión de los Santos.
Cuando recitamos el Credo decimos creer en la Comunión de los Santos, es decir, en esa unión que hay entre los que ya están en el Cielo, los que se purifican en el Purgatorio y los que peregrinamos por la tierra.
Pero es necesario que vivamos plenamente esta realidad, porque es una realidad esta Comunión y debemos aprovecharnos de ella para combatir en este mundo, en el que tenemos tantos enemigos, visibles e invisibles, que buscan nuestra ruina material y espiritual, temporal y eterna.
Por ejemplo debemos saber que los Santos del Cielo no están inmóviles ni se han desinteresado de nosotros. Ellos ven con absoluta certeza todas nuestras luchas y dificultades, y tienen compasión de nosotros y su amor por nosotros es tan grande y tienen tantos deseos de que también nosotros alcancemos el Cielo junto a ellos, que si les pedimos su ayuda, no dudarán en colmarnos de gracias y favores fabulosos, que nos dejarán verdaderamente admirados.
Pero esto no es todo. ¿Qué decir de los que están detenidos en el Purgatorio, que sufren de una manera que es imposible imaginarnos aquí en la tierra, y que no pueden hacer nada por sí mismos, pero muchísimo por los viadores que combatimos en este mundo?
Las Benditas Almas del Purgatorio harán TODO por nosotros, si las invocamos y ofrecemos nuestras oraciones y buenas obras por ellas.
Tenemos recursos inagotables que los cristianos estamos desaprovechando, porque tanto los Santos como las Benditas Almas, sólo pueden intervenir cuando nosotros los invocamos. En cambio si los dejamos en el olvido, poco pueden hacer por nosotros.
Aprovechemos estos medios grandiosos que el Señor nos ha concedido y unámonos estrechamente a la Iglesia del Cielo y a la Iglesia del Purgatorio, y juntos entablemos el buen combate contra las fuerzas del mal, que en estos tiempos se han coaligado para llevar a toda la humanidad al abismo infernal.
Hagamos la prueba de ofrecer algo que nos cueste a las Almas del Purgatorio, y después comprobemos por nosotros mismos cómo ellas intervienen en nuestro favor de forma prodigiosa.
Si desea recibir estos textos periódicamente en su correo electrónico, por
favor
SUSCRÍBASE AQUÍ
"¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder sacudirlos como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos." (Lc 22, 31-32)
"Bien sabemos por qué perturbaciones están hoy agitados, en lo tocante a la fe, algunos grupos de hombres, los cuales no escaparon al influjo de un mundo que se está transformando enteramente, en el que tantas verdades son o completamente negadas o puestas en discusión. Más aún, vemos incluso a algunos católicos como cautivos de cierto deseo de cambiar o de innovar. La Iglesia juzga que es obligación suya no interrumpir los esfuerzos para penetrar más y más en los misterios profundos de Dios, de los que tantos frutos de salvación manan para todos, y, a la vez, proponerlos a los hombres de las épocas sucesivas cada día de un modo más apto. Pero, al mismo tiempo, hay que tener sumo cuidado de que, mientras se realiza este necesario deber de investigación, no se derriben verdades de la doctrina cristiana. Si esto sucediera -y vemos dolorosamente que hoy sucede en realidad-, ello llevaría la perturbación y la duda a los fieles ánimos de muchos." (Papa Pablo VI)
Es por eso que he creado esta sección, Rayos de Fe; como quien dice Rayos de Sol, es decir, rayos de luz que fortalezcan nuestra fe y la de muchos. En ella iremos repasando las verdades fundamentales de nuestra Santa Religión Católica, tomando como referencia los artículos del Credo del Pueblo de Dios, compuesto por el Papa Pablo VI.
Esta sección es creada el 29 de junio de 2009, solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, apóstoles, a quienes se la encomendamos.