Actualizado el jueves 15/AGO/24
A amar la pobreza.
María, Madre mía, enséñame a amar la pobreza, o por lo menos que no tenga tanto apego al dinero, que es el arma que usa Satanás para tenernos atrapados y hacernos perder el Cielo. Tú, que viviste en la pobreza y solo apetecías las riquezas del Cielo, dame la gracia de ser desapegado de los bienes terrenos y utilizar el dinero para hacer el bien, para ser misericordioso con mis hermanos, porque ya Jesús nos ha dicho que es bienaventurado el misericordioso porque obtendrá misericordia, y yo en el juicio quiero obtener la misericordia de Dios sobre mí. María, Madre querida, ayúdame a ser generoso, sabiendo que si doy mucho, recibiré mucho más, porque Dios no se deja ganar en generosidad. Que siga la enseñanza de Jesús que nos dijo que primero debemos preocuparnos por el Reino de Dios y su justicia, y que todo lo demás se nos dará por añadidura. Haz que yo trabaje incansablemente por la salvación de las almas que tanto ama el Señor y Tú, y así seré ya feliz en este mundo y después iré a gozar del Paraíso para siempre. ¡Te amo, Madre mía! Soy todo tuyo.
Así como todos los días debemos tener por lo menos unos quince minutos de oración personal con Jesús, de ser posible frente al Santísimo Sacramento; así también es necesario que empleemos por lo menos quince minutos de nuestro día a tratar con nuestra dulcísima Madre la Virgen, de ser posible frente a una de sus imágenes benditas.
Es por eso que hoy, 25 de marzo de 2009, comienzo a publicar estos sencillos textos que tratarán de ser una ayuda en la conversación que mantendremos con Nuestra Señora durante esos quince minutos diarios.
Con esta práctica nos acostumbraremos a hablar con María y con el paso del tiempo nuestro hablar con Ella se hará ininterrumpido.
¡Ojalá estos textos den sus frutos y que cada vez amemos más a nuestra Madre del Cielo!
¡Ave María Purísima!
¡Sin pecado concebida!
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